miércoles, 20 de febrero de 2008

"Educar es tarea compleja". Selección de textos

Texto 1

“Si bien es casi imposible dar una definición precisa del aprendizaje (...) al menos podemos observar ciertos fenómenos a los que puede aplicarse el término aprendizaje.
En términos psicológicos, lo que se aprende no es necesariamente “correcto” (aprendemos tanto hábitos malos como buenos), ni consciente o deliberado (una de las ventajas de entrenarse en una habilidad es que adquirimos conciencia de los errores que aprendimos a cometer inconscientemente), ni requiere acto manifiesto alguno (las actitudes y las emociones pueden aprenderse tanto como el conocimiento y las habilidades). Reacciones tan diversas como manejar un auto, recordar unas vacaciones agradables, creer en la democracia y sentir antipatía hacia el patrono son todos resultados del aprendizaje.
¿Cómo se produce el aprendizaje? ¿Qué factores determinan qué es lo que aprendemos y la rapidez con que lo hacemos? Existen muchísimas personas que suelen estar en situaciones en las que les sería muy últil tener respuesta a estos interrogantes. A este respecto pensamos inmediatamente en los estudiantes que buscan métodos mejores de estudio, en los maestros que desean perfeccionar sus técnicas escolares y en los industriales que tratan de encontrar caminos mejores para entrenar a sus nuevos trabajadores. Podemos considerar también a la madre que busca el método más adecuado para educar a sus hijos, al asesor que trata de mejorar la adaptación social de su cliente, (...).
Estas necesidades prácticas no son las únicas razones de que se quiera conocer más a fondo todo lo concerniente al aprendizaje. El hombre siempre ha sentido curiosidad sobre sí mismo (...) En consecuencia, los individuos están motivados para estudiar el aprendizaje, no sólo por los beneficios prácticos que pueden lograr, sino también por la curiosidad que sienten acerca de sí mismos y de cómo llegaron a ser lo que son”

W.F. Hill, Teorías contemporáneas del aprendizaje, Paidós, Barcelona, 1988, pp. 17-18

Texto 2

“Comencemos nuestro estudio examinando un medio en el cual el aprendizaje es un foco primordial: la escuela. El niño se enfrenta en la escuela a una situación de aprendizaje asombrosamente compleja. Es compleja desde su propio punto de vista, pero lo es aún más desde el punto de vista del psicólogo que intenta animosamente analizarla. El niño es influido en innumerables formas por los aspectos diversos de la situación de la clase. Aprende mucho del maestro, incluidas muchas cosas que no figuran en el plan de estudios y otras de las que ni el maestro ni el alumno tienen conciencia. Aprende también de sus libros, de sus compañeros y de las disposiciones materiales de la escuela. Parte de lo que aprende es mensurable en forma de conocimientos y habilidades específicas, mientras que otra parte implica cambios, algunos muy sutiles, pero a veces bastante intensos, en las actitudes, las emociones, la conducta social y otras reacciones diversas. La tarea del psicólogo es analizar esas situaciones complejas en sus partes componentes y tratar de comprender los principios del aprendizaje y la motivación implicados en las mismas”

W.F. Hill, idem.

Texto 3

“Si impedimos durante el período de hospitalización que el niño prosiga su proceso escolar y mantenemos esa situación de aislamiento respecto de todo lo que constituye su entorno natural y propio, además de favorecer esa enfermedad social que es la “deprivación escolar”, estaremos atentando contra su dignidad personal de niño. Es más, a pesar de los avances en los tratamientos y en la ciencia médica en general gracias a los cuales se ha conseguido la curación de un alto porcentaje de niños cancerosos y la supervivencia, a largo plazo, de otros muchos mejorando su calidad de vida-, no debemos olvidar que todavía encontramos demasiados niños enfermos que no se curan y que, por tanto, deben considerarse como enfermos crónicos.
Si como consecuencia de la evolución progresiva del cáncer estos pacientes van a verse privados de la escolarización (entendida ésta en su sentido más amplio), habrá que afirmar que se les condena a una vida indigna, independientemente de que su muerte sea o no digna. (...)
¿Qué cabe hacer con el niño canceroso desde el punto de vista del pedagogo? (...)Algunos autores sostienen, como punto de partida en la atención al enfermo moribundo, que las necesidades de éstos derivan de las dos realidades siguientes: que el enfermo moribundo es un ser humano que muere. Es decir, las necesidades de los moribundos son, de una parte, las necesidades fundamentales de cualquier ser humano y, de otra, las derivadas del hecho cierto y bien contrastado de que irremediablemente el enfermo evoluciona hacia la muerte. (...)
La educación se ocupa de aumentar cualquier capacidad de la persona para actuar a un nivel dado, no sólo académicamente, sino también desde el punto de vista psicosocial”

E. Doménech Llavería, A. Polaino-Lorente, “Comunicación y verdad en el paciente terminal”, en A. Polaino-Lorente (ed.), Manual de bioética general, Rialp. Madrid, 1994, pp. 403-404